sábado, 18 de febrero de 2012

A veces

A veces, y sólo a veces nos gusta o a mi me gusta ser vulgar,  me gustaría que me llamasen por San Valentín, que me regalesen flores en días especiales, que se acordaran o me acordará de la primera vez o aniversario... Sólo a veces y en según que circunstancias... A pesar de que sean fechas inventadas por grandes almacenes sin alma ni corazón.
Otras veces por el contrario me gusta lo original, que sin venir a cuento me regalen una sonrisa o un beso ¿hay algo más sencillo o bonito que eso?
Siento realmente haber decepcionado a algún seguidor pero es lo que hay, a veces "la Condesa" es normalita, de andar por casa, pierde su "glamour"  y estos mis ojos se vuelven tristes....

Los ojos de la Condesa

4 comentarios:

  1. Todos tenemos deseos, unos más vulgares que otros, pero tenemos derecho a ser como somos, y si algún seguidor se siente decepcionado peor para él. No me gustan los ojos tristes ni en ti ni en nadie, pero es mi gusto. Prefiero las sonrisas, con glamour o sin él.
    Besos Condesa de ojos tristes

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  2. Ana:
    Parece un auténtico sacrilegio que esos ojos cautivadores de profunda expresión se vean nublados por la tristeza.
    Confieso que tuve un rapto momentáneo de caballero andante dispuesto a rescatar a la condesa de su prisión. Me retuvieron un repaso a mi imagen en el espejo (definitivamente, no doy el perfil errolflyniano que me podría hacer minimamente creíble), y que la vida no es una película de aventuras ni un libro de caballerías.....
    Somos presos en buena medida de nuestras propias decisiones, y no de ogros que nos secuestran; somos (hombres y mujeres) tan contradictorios e incoherentes ... que lo mejor es aplicar el bálsamo de la comprensión y la solidaridad para mitigar las penas cuando duelen más. Y prefiero que te quedes con ésto: Al estar triste solo necesitas un cálido abrazo en un acogedor (y desineresado) pecho. Y en este medio aunque anónimamente, a mí (y no solo a mí, claro) no me supone esfuerzo, sino placer.
    De todos modos, la vida sigue, así que regálanos (en el momento que lo creas oportuno) con la expresión más natural de esos ojos, que debe ser un destello de luz resplandeciente.

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  4. Queremos tanto a la condesa que ya en nuestra imaginación cobra vida propia y le adjudicamos cualidades que sólo de ti dependen...

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